¡Deseando que estés aquí!

¡Deseando que estés aquí!
                Día  soleado con nubes cirrus y cielo azul. Caminaba a la orilla del mar de Bajamar, las olas irrumpían en el mar adentro y la espuma blanca llegaba lentamente y acariciaba mis pies. El azul del agua se difuminaba mientras miraba a ese “horizonte” confundiéndome entre si era azul claro o azul oscuro, esa sensación donde el cielo y el mar se cruzan haciéndose uno. Fue donde exclamé: ¡desearía que estés aquí!
                Por largos minutos tuve la noción de que estaba solo en medio de esa costa. Bloqueé la mayoría de los sonidos a excepción del mar, el viento y el de un pensamiento que se escuchaba como grito de un gitano en mi mente. No quería ignorarlo, era parte del momento, ese pensamiento me hacía balancearme en las olas de ese mar. Mar que transporta, con subidas y bajadas, periodos de calma y otros de aguas turbulentas y rabiosas, pero con su misma fuerza, me vuelve hacer exclamar: ¡desearía que estés aquí!
                ¡Al fin internalicé! Estoy aquí, conmigo, ahora. Tengo situaciones, problemas, aventuras que contar, también tengo este espacio, donde deseo estar, aquí, ahora, conmigo. Ese deseo es de estar aquí, conmigo y contigo aunque no lo sepas. Ese grito gitano en mi cabeza es la explosión de este momento, el mar con su movimiento es la vida, el balanceo en las olas soy yo moviéndome entre las situaciones. El desearía que estés aquí, no es más que esto que estoy realizando aquí y ahora, el darme cuento que estoy conmigo mismo entre esos otros, conectados, sin olvidar el tú, el, aquel,  otro y el nosotros. Comprendí que extendimos nuestras manos internas, en acuerdo contigo y conmigo, como el cruce de azules en el “horizonte”, las circunstancias y yo, una vida.  ¡Estamos aquí!

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