“La Ruina Imaginativa”
“La Ruina Imaginativa”
En la tranquila tarde de uno de estos días estuve observando
atentamente el mar. A donde alcanzaban ver mis ojos, en la lejanía todo
se veía azul, sin interrupciones, como si todo fuera similar y sin fin. Otro
detalle que miré detenidamente fue el oleaje, que trascurría cada cierto
tiempo, como en sesiones parecidas a líneas en el mar, con un espacio entre una
ola y otra, tal vez marcando el tiempo, el orden entre ellas. En ocasiones con
menos tamaño, pero en ocasiones con más tamaño. Rompiendo imparablemente, agua
contra agua, destallando un color blanco y un ruido inconfundible.
Cerca de donde estuve sentado casi hipnotizado
por el aroma del mar, había una ruina, maltrecha, porosa y con pedazos de
apariencia a desvanecerse. No pude dejar pasar la curiosa idea que salto en mi
mente, ¿En que se asemeja esta ruina al ser humano? No tuve una respuesta
inmediata, incluso fueron varias ideas las que se asomaron aquella tarde,
algunas de ellas incomprensibles, con tendencia a fantasía, pero otras más
claras, así como las aguas de aquel mar. Blaise Pascal se me ocurrió: “La
imaginación lo decide todo”. De inmediato saque un posible: “Tal vez para
muchos prójimos la vida contrasta con la ruina y el mar, el mar como ese que
estará ahí, cambiante en textura, ruido y energía, con pausas entre un momento
a otro, entre una experiencia a otra, entre década a década, como el entre de
las olas del mar. La ruina, como esa que estuvo, ha estado y seguirá estando,
cada vez más frágil en estructura, con alusión a estética trastocada, pero con
su posición preciada, con sus épocas, su duración y utilidad, como el recuerdo
que fue, está y será. Al final todo esto, en leyenda, como historia que contar,
por su legado y aportación al paso de nosotros en este tiempo en vida”
La herramienta de aquella
observación parece ser indudable. Esa misma observación nos transporta a la
imaginación, esa que Pascal tal vez nos quiso transmitir, a modo de
interpretación, siendo un vehículo el visualizar lo que ha sido, pero con los
pies a lo que es y la imagen de lo que puede ser, no para preocuparnos
excesivamente, sino para cuestionarnos al futuro incierto y liberarnos.
Imaginar entretiene, descubre y en herramienta constructiva, motiva a seguir
formando historia, a continuar viviendo y sonriendo. Entre el mar y tiempo, la
ruina continua existiendo.
Escrito y Foto: Héctor Rafael Meléndez Cortés