¿El mundo gira a tu alrededor o tu giras con el mundo?
Tales
de Mileto. Aquel que dentro de la península griega, se figura como el primer
pensador científico del que se tuvo noticia. El mismo establece, en resumen, de
que el universo tenía que ser algo que formara todo lo demás, que fuese esencial
para la vida, movimiento y por lo tanto, de transformación. El pensador se da
cuenta, de que el agua es necesaria para mantener todas las formas de vida, por
lo que teniendo en consideración estos datos, se desarrolla esta curiosidad por la existencia.
En
estos tiempos turbulentos las cosas se han vuelto interpretativas. La búsqueda
de sentido a esto que llamamos vida está más presente que nunca, aunque muchos
expertos digan lo contrario. Tal vez se encuentra sentido a mucho, a tanto que
en esa abundancia perdemos nuestro motivo, por lo tanto no lo veo como una búsqueda,
sino como un rencuentro a esto que le dicen sentido. Nos desenvolvemos en un
mundo donde para muchos la información es inmediata, el poder ver qué sucede en
otro lugar es la orden por demanda y el publicar lo que pasa en la vida es el
pan de cada día. ¿Cómo escapar de esta tendencia? El contestar el “cómo” es lo
complicado, ya estamos hartos de consejos sobre “las 5 cosas que debes hacer
para encontrar tu propósito de vida”…
Si
Tales de Mileto estableció el agua como la fuente de vida y transformación,
¿Qué de la fuente de vida y transformación en nuestros tiempos? ¿Seremos como individuo gota y la
sociedad el océano? No tengo respuesta hoy, ni
tal vez mañana, pero el pensar en la vida como una canción, no me quita lo
bailado. Martín Baró mencionó que “el ser humano es un ser social por
naturaleza” lo cual utilizo para interpretar lo postulado por Tales de Mileto
antes de Cristo. Si el mismo pone al agua como fuente evidente de transformación,
¿qué tal si en la interpretación de lo contemporáneo, el compartir, ser parte
de esto y de aquello en sociedad es fuente de vida?, ¿Quién nos percibe si no
es el otro?, ¿Será nuestra transformación el ser consciente de que no somos uno, sino que formamos parte de otros? A tantas preguntas, pocas respuestas…
Tal vez en civilizaciones
pasadas el agua era de donde salía el todo. En nuestra civilización, muchos se
cuestionan qué es el todo, pero no queda duda de que vivimos en un mundo
compuesto de nosotros, lo cual mi individualidad se ve trastocada. Ante esto
que llamamos existencia, buscar un solo propósito, así como la idea de Tales de
Mileto (monismo) se me resulta complicado, debatible, cuestionable,
interpretable. Donde existe un “pero”, ese que como un piano puede tocar
infinitas melodías. Pienso: Tú, que
cargas esa mochila de experiencia, que andas
conectado y ordenado, tú con el color de piel, la forma de un cuerpo, un tono
de voz, tú con esa sonrisa. Tú, que no cuestionas qué manos construyeron tu
hogar, tú que crees saberlo todo, tú que has pensado que tus fiestas y
adversidades son únicas, tú que figuras entre un sentido sin sentido, tú que
asumes que la gente te mira, pero ese mismo tú, no se ha dado cuenta que sabes
que te miran porque tú miras, tú que seduces tus incongruencias. Tú que en este
momento me lees, ese eres tú, tratando de entender a alguien más, cuestiono ¿El
mundo gira a tú alrededor o tu giras con el mundo?
Tal
vez el antiguo Tales de Mileto camina entre nosotros en este tiempo. Si el agua era el todo, ¿Qué tal si somos
gotas, que a mayor unión formamos un cuerpo de agua más grande, profundo y abundante?
¿Si somos cuerpos de agua, que componen vidas y brinda la vida, mientras más
nos unamos más vida daremos? Tal vez nosotros, en individuo somos gotas de
agua, que de alguna forma, en cualquiera de los estados de agua, volvemos una y
otra vez a los diferentes cuerpos, sin dejar de ser agua, esa agua que se
nombra en este instante como sociedad, a la que perteneces y no puedes
abandonar. La herramienta de este escrito es la solidaridad. Esa que nos brinda
entendimiento, respeto y colaboración entre nosotros y aquellos, como la gota,
que se junta y forma un charco, que corre y llega a otro cuerpo de agua, que
sigue corriendo hasta el próximo, cada vez más grande, hasta que se evapora,
para subir y volver a caer, sin dejar de ser parte de estos, ni de aquellos. Ser
solidarios, tal vez eso necesitamos, más unión, menos separación, vivir con
nosotros y los otros, he aquí un posible reencuentro de los propósitos de
vida.
Termino este escrito
con unas estrofas de la canción “Otro Mundo” (Lírica alterna) de Manu Chao:
Cada día yo lucho para no decaer.
Cada día yo río para no despreciar.
Cada día una suerte no saber alcanzar.
¿Y ahora qué vamos a hacer?
¿Y ahora qué?
¿Y ahora qué vamos a hacer?
¿Y ahora qué?
Soñé otro mundo.
Soñé otro mundo.
Lo conseguí soñando.
Soñé otro mundo.
Lo conseguí luchando.